lunes, 2 de julio de 2012

EL UNICORNIO Y EL ENANO (CAPÍTULO ÚLTIMO)





Una vez traspasado el orificio de la pared, la luciérnaga misteriosa se halló junto a los hermanos Watchman.
-¡Mirad, mirad! ¡Hay una luz voladora en nuestra mazmorra! -dijo el más joven de los hermanos. 

-¡Guardianes de las tierras rojas! -dijo la luciérnaga mostrándose-. Vengo en compañía del enano para contribuir a vuestra liberación. Os ayudaré a escapar de vuestro encierro. Volaré sigilosamente hacia uno de los centinelas y le robaré las llaves de esta celda.
-No prestéis oídos a esta embustera. Se trata de la misma luciérnaga que me sedujo para atraerme al rey malvado Wicked -confesó el más pequeño.
-Es cierta la acusación, joven guardián, pero debéis confiar en los arrepentidos como yo. Acompaño al enano en esta hazaña y también ganarme el perdón eterno de la vuestra comunidad -defendió la luciérnaga.
 

Los hermanos cedieron ante la propuesta de ella. No tenían nada que perder. Estaban apresados y era la única oportunidad que tenían para escapar. La luciérnaga apagó su luz interior y se acercó a un centinela que se hallaba distraído. Se posó en silencio sobre el ceñidor que custodiaba las llaves y, con gran maestría, le sustrajo con suavidad las herramientas que liberaban a los cautivos del castillo. Mientras, en la sala real de audiencias, Dwarf se defendía con prudentes palabras ante el rey malvado.

-Le ruego, majestad, que libere a los hermanos, de lo contrario me veré obligado a abatirme en duelo.
-Tu sátira me ofende bufón de pacotilla. Mi escolta personal te hará papilla y serás el hazmerreír de las tierras rojas. ¡Guardias! Prended al enano de inmediato -ordenó el rey sin dilación.

La sala real de audiencias se encontraba vacía de centinelas. Habían acudido al auxilio de sus compañeros en las mazmorras dejando desprotegido al rey Wicked.
 

Dwarf aprovechó la ausencia de los guardias, desenvainó su pequeña espada y se abalanzó sobre el rey. El malvado monarca se defendió con estocada del cetro real que empuñaba. Dwarf quedó dolorido y postrado ante sus pies. Cabizbajo, miró al rey implorando benevolencia, y antes de que Wicked le propinara el golpe mortal, el unicornio apareció en la sala tras aporrear y derribar el portón que cerraba la estancia real. El impacto mortal del rey recayó al vacío, errando el intento de acabar con el enano. Los hermanos Watchman aparecieron por los flancos, abatiendo al malvado monarca y dejándole inmovilizado con soga y mordaza.  

Dwarf, subido en la grupa de su unicornio liberó a todos los presos de las mazmorras, y mientras abandonaba el castillo junto al resto de sus acompañantes, el unicornio quedó presto de un aroma familiar proveniente de una suave brisa de los alrededores de la fortaleza. Se trataba de un olor intenso a zanahoria que le hizo cabalgar descontroladamente hacia su epicentro, abandonando al grupo. Dwarf continuó su regreso a las tierras rojas sin su unicornio. Debía priorizar, ante todo, los deseos de su amada reina Queen.
El malvado rey Wicked fue conducido ante la reina para ser juzgado por sus actos perversos. El destierro fue su condena y todos los habitantes de la comunidad retomaron la tranquilidad que durante generaciones había reinado en las tierras rojas.
 

Amanecía en la cabaña del leñador y los primeros rayos de luz no impedían que el aldeano y su extraño acompañante continuaran a pie de cañón.

-¡Vaya, vaya, mi estimado enano! Otra vez su unicornio se esfumó -dijo sonriendo el leñador-.Y claro está, que usted lo está buscando en mis tierras.
-Acertado caballero. El rastro que dejó mi rocín me ha conducido hasta esta aldea. Estas remotas tierras escapan a cualquier explorador aventurero. Se encuentran más allá de los límites permitidos y es presumible que la anciana hechicera tomara también la misma osada travesía -opinó bostezando el enano.
-Pues entonces no se hable más, estimado Dwarf. Salgamos a explorar mis tierras al encuentro de su unicornio -afirmó con ímpetu el leñador mientras cruzaba los dedos.
 

El leñador condujo engañado al enano en dirección al médico de la aldea. Quería cuanto antes desenmascarar a los que, maliciosamente, habían utilizado a un pobre enano con escasas facultades mentales para sus fines grotescos. Mientras caminaban por la vía pecuaria principal de la aldea, se escuchó un relinchar de caballo cerca del huerto de zanahorias, propiedad del leñador. Éste se encaminó malhumorado junto al enano hacia su huerto, sospechando de otro más de los hurtos que había sufrido durante el último año. Al llegar a las inmediaciones del vallado pudo observar atónito a un esplendoroso caballo, en el cual se hallaba, adherida a su cabeza, una vara en espiral. Era lo más parecido a un unicornio que había visto en libros de leyendas para niños. Dwarf se acercó al cuadrúpedo con familiaridad, se aupó a él y se despidió del leñador dándole las gracias por su hospitalidad.

El leñador quedó sin palabras ante tal visión y recordó como un flash en su cabeza los consejos de la anciana bruja sobre el rencor y la desconfianza que sentía por los habitantes de su aldea. Desde entonces, la cabaña del leñador recibió visitas de sus vecinos, donde compartió su experiencia vivida con el enano, transmitiendo el buen saber de la anciana hechicera y haciendo que su aldea sirviera como ejemplo a otras comarcas.
 

El leñador, cada año, celebraba en sus tierras la fiesta de la zanahoria con la esperanza de que, algún día, el unicornio regresara atraído por su aroma favorito y trajera consigo a su valiente jinete Dwarf.

FIN