Será tu muerte o la mía, dicen tus ojos con la inquietud de una estatua.
No comprendo ese obstinado interés de llevar el rojo al compás del vals,
Ni tampoco que este campo santo donde me hallo, esté desnudo de mi casta.
Me obligas con tus infantiles engaños, a acariciar tu presencia encarada,
Sintiendo el aroma de temor que desprende tu dorso, al observar al gentío.
Ven, acércate una vez más, antes de sellar nuestro destino, yo con mi asta
y tú con tu acero.
Desirée
Ilustración de Pablo Picasso
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