Una vez traspasado el
orificio de la pared, la luciérnaga misteriosa se halló junto a los hermanos
Watchman.
-¡Mirad, mirad! ¡Hay una luz
voladora en nuestra mazmorra! -dijo el más joven de los hermanos.
-¡Guardianes de las tierras
rojas! -dijo la luciérnaga mostrándose-. Vengo en compañía del enano para
contribuir a vuestra liberación. Os ayudaré a escapar de vuestro encierro.
Volaré sigilosamente hacia uno de los centinelas y le robaré las llaves de esta
celda.
-No prestéis oídos a esta
embustera. Se trata de la misma luciérnaga que me sedujo para atraerme al rey
malvado Wicked -confesó el más pequeño.
-Es cierta la acusación,
joven guardián, pero debéis confiar en los arrepentidos como yo. Acompaño al
enano en esta hazaña y también ganarme el perdón eterno de la vuestra comunidad
-defendió la luciérnaga.
Los hermanos cedieron ante la
propuesta de ella. No tenían nada que perder. Estaban apresados y era la única
oportunidad que tenían para escapar. La luciérnaga apagó su luz interior y se
acercó a un centinela que se hallaba distraído. Se posó en silencio sobre el
ceñidor que custodiaba las llaves y, con gran maestría, le sustrajo con
suavidad las herramientas que liberaban a los cautivos del castillo.
Mientras,
en la sala real de audiencias, Dwarf se defendía con prudentes palabras ante el
rey malvado.
-Le ruego, majestad, que
libere a los hermanos, de lo contrario me veré obligado a abatirme en duelo.
-Tu sátira me ofende bufón
de pacotilla. Mi escolta personal te hará papilla y serás el hazmerreír de las
tierras rojas. ¡Guardias! Prended al enano de inmediato -ordenó el rey sin
dilación.
La sala real de audiencias
se encontraba vacía de centinelas. Habían acudido al auxilio de sus compañeros
en las mazmorras dejando desprotegido al rey Wicked.
Dwarf aprovechó la ausencia
de los guardias, desenvainó su pequeña espada y se abalanzó sobre el rey. El
malvado monarca se defendió con estocada del cetro real que empuñaba. Dwarf
quedó dolorido y postrado ante sus pies. Cabizbajo, miró al rey implorando
benevolencia, y antes de que Wicked le propinara el golpe mortal, el unicornio
apareció en la sala tras aporrear y derribar el portón que cerraba la estancia
real. El impacto mortal del rey recayó al vacío, errando el intento de acabar
con el enano. Los hermanos Watchman aparecieron por los flancos, abatiendo al
malvado monarca y dejándole inmovilizado con soga y mordaza.
Dwarf, subido en la grupa de
su unicornio liberó a todos los presos de las mazmorras, y mientras abandonaba
el castillo junto al resto de sus acompañantes, el unicornio quedó presto de un
aroma familiar proveniente de una suave brisa de los alrededores de la
fortaleza. Se trataba de un olor intenso a zanahoria que le hizo cabalgar
descontroladamente hacia su epicentro, abandonando al grupo. Dwarf continuó su
regreso a las tierras rojas sin su unicornio. Debía priorizar, ante todo, los
deseos de su amada reina Queen.
El malvado rey Wicked fue
conducido ante la reina para ser juzgado por sus actos perversos. El destierro
fue su condena y todos los habitantes de la comunidad retomaron la tranquilidad
que durante generaciones había reinado en las tierras rojas.
Amanecía en la cabaña del
leñador y los primeros rayos de luz no impedían que el aldeano y su extraño
acompañante continuaran a pie de cañón.
-¡Vaya, vaya, mi estimado
enano! Otra vez su unicornio se esfumó -dijo sonriendo el leñador-.Y claro está,
que usted lo está buscando en mis tierras.
-Acertado caballero. El
rastro que dejó mi rocín me ha conducido hasta esta aldea. Estas remotas
tierras escapan a cualquier explorador aventurero. Se encuentran más allá de
los límites permitidos y es presumible que la anciana hechicera tomara también
la misma osada travesía -opinó bostezando el enano.
-Pues entonces no se hable
más, estimado Dwarf. Salgamos a explorar mis tierras al encuentro de su
unicornio -afirmó con ímpetu el leñador mientras cruzaba los dedos.
El leñador condujo engañado
al enano en dirección al médico de la aldea. Quería cuanto antes desenmascarar
a los que, maliciosamente, habían utilizado a un pobre enano con escasas
facultades mentales para sus fines grotescos. Mientras caminaban por la vía
pecuaria principal de la aldea, se escuchó un relinchar de caballo cerca del
huerto de zanahorias, propiedad del leñador. Éste
se encaminó malhumorado junto al enano hacia su huerto, sospechando de otro más
de los hurtos que había sufrido durante el último año. Al llegar a las
inmediaciones del vallado pudo observar atónito a un esplendoroso caballo, en
el cual se hallaba, adherida a su cabeza, una vara en espiral. Era lo más
parecido a un unicornio que había visto en libros de leyendas para niños. Dwarf
se acercó al cuadrúpedo con familiaridad, se aupó a él y se despidió del
leñador dándole las gracias por su hospitalidad.
El leñador quedó sin
palabras ante tal visión y recordó como un flash en su cabeza los consejos de
la anciana bruja sobre el rencor y la desconfianza que sentía por los
habitantes de su aldea. Desde entonces, la cabaña del leñador recibió visitas
de sus vecinos, donde compartió su experiencia vivida con el enano,
transmitiendo el buen saber de la anciana hechicera y haciendo que su aldea
sirviera como ejemplo a otras comarcas.
El leñador, cada año,
celebraba en sus tierras la fiesta de la zanahoria con la esperanza de que,
algún día, el unicornio regresara atraído por su aroma favorito y trajera
consigo a su valiente jinete Dwarf.
FIN
Una final perfecto con moraleja incluida. Lo que en un principio era el leñador, un viejo solitario "pinchabalones" autoritario, antisocial y huraño, acabo siendo un leñador sociable, cariñoso y que aprendió a confiar. Muy buena lección. Precioso el detalle de la fiesta de la zanahoria. Buen momento para reencontrarse con amigos. Excelente, Desi.
ResponderEliminarMuy bonito el cuento y el final de este. Ahora a pasar a los relatos de c. Ficción. Jeje.
ResponderEliminarGracias Jose por tu grato interés en mis escritos.
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