Desde lo alto de mi abismo navego
sostenida por la nube de la esperanza, que permaneciendo con tesón esperó a que
alzara el vuelo y me sosegara en ella.
Sobre ésta, observo con mesura la base
del precipicio, testigo de difusos días de penumbra; ciclo de vida renovante,
tormenta seca que desgarra el alma, mar sin peces, invierno eterno.
Nube de esperanza acoge a esta loba al
encuentro de su presa, a campanilla besando a Peter Pan, a la niña que aprende a
dar sus primeros pasos. Dame camino para avanzar en línea ecuánime sin recular
la mirada hacia la borrasca que torna primavera y vuelve a nacer.
Desirée
Desirée
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