Aquella tarde de pantano que San Juan se hacía llamar,
te miré sonriendo con ganas de besar,
reculaste al intento de mi labios a estampar
en tu rosto jubiloso de difícil duplicar.
Desde el reino de los cielos una noche bajarás,
a cobrarte esa deuda que con gozo acogerás.
Desirée
Desirée
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