domingo, 20 de mayo de 2012

EL UNICORNIO Y EL ENANO (3)



Emprendimos el camino desde las tierras del mago Magician. Los ancianos de la asamblea regresaron a la comarca para informar de la expedición al jefe consejero y al resto de las familias.

Mi unicornio y un servidor pusimos rumbo a los límites permitidos con la esperanza de encontrar a los hermanos a salvo, pues las vidas de los habitantes de la comarca estarían en peligro y  de la mismísima reina Queen.

-Dígame señor enano, ¿fue usted solo a resolver tal noble gesta?–preguntó asombrado el leñador.
-Bueno… solo, solo no. Me acompañó mi fiel unicornio.
El leñador se mordió la lengua una y otra vez para evitar gritar al enano: “No existen los unicornios y usted está para que lo encierren”. Pero a pesar de su desesperación continuó escuchando al menudo.

Dwarf cabalgó durante días atravesando una vasta extensión de tierras desnudas de vegetación y vida. Al atardecer del sexto día, observó en el horizonte cómo se alzaba majestuosamente un frondoso bosque verde. Adentrarse en ese lugar significaba a travesar  los límites permitidos para enanos y unicornios. Dwarf pensó que la mejor manera de profanar los límites sería a plena luz del día, así que hizo noche con su unicornio a las puertas de las tierras del malvado rey Wicked.

Al despertar, advirtió que su fiel unicornio no estaba a su lado; significaba mal presagio. Detrás de una pequeña colina encontró a su rocín junto a una luciérnaga asustada.

-Hola pequeña luciérnaga, ¿de qué tienes miedo?
-He hecho algo muy malo, señor enano. Hace varios días me aproximé demasiado a las tierras del malvado rey Wicked, quedando atrapada en una jaula para luciérnagas. El rey prometió no despojarme de mi luz interior a cambio de seducir al más joven de los guardianes de las tierras rojas y conducirlo hasta él.
-Ahora ya es demasiado tarde para lamentarlo, pero si realmente estás arrepentida y quieres deshacer tu error, puedes ayudarme a encontrar a los hermanos Watchman.

-Gracias mi querido enano por darme la oportunidad de ayudarles. ¿Qué es lo que puedo hacer?
-Cuando mi unicornio y yo nos encontremos en el bosque y algún mal nos aceche, deslumbres nuestra presencia para que no nos puedan ver.
Y así, la luciérnaga misteriosa se unió  a la búsqueda de los guardianes en compañía del enano y su  unicornio.


-Un momento -dijo el leñador a su invitado-. Yo no me hubiera fiado de esa luciérnaga. Podría haber sido otra emboscada del rey Wicked y conduciros a la boca del lobo. ¿Me equivoco?
-No sea tan desconfiado, noble caballero. A veces, en la vida, debes tener fe en las buenas intenciones de los que te ofrecen ayuda, de lo contrario nunca encontrarás la felicidad –afirmó mientras encendía una pipa con las brasas de la chimenea.
Las palabras del enano le hicieron recordar los consejos de la anciana, aunque lo que más le aterrorizó fue el hecho de que se estuviera creyendo la historia. Comenzaba a dudar si la visita al médico de la aldea era para él o para el cuentacuentos.








3 comentarios:

  1. Un cuento para leer al calor de una hoguera....

    ResponderEliminar
  2. eso es, como en casa de la cuñada franchute!
    Bien! ánimo Desi para la continuación.
    Besitos desde el frío y la lluvia (un ambiante perfecto para escritores de novelas negras)
    Estelle

    ResponderEliminar
  3. Este cuento me recuerda al libro "Retorno a la Isla Blanca" de mi escritora favorita... Laura Gallego García.

    ResponderEliminar