jueves, 10 de julio de 2014

MadriZ

Día 3

No acudí al encuentro de aquellos sonidos, a pesar de haber estado deseosa de hallar algún superviviente en la Estación de Atocha. Miré con cautela a través de la ventana y observé algunos cuerpos reptando por el asfalto. Su comportamiento no era humano. Muchos se quedaban inmóviles cuando se topaban con alguna barrera arquitectónica como por ejemplo;  unas simples escaleras o una farola. Se quedaban aletargados, mirando al vacío como si estuvieran esperando a que alguien les auxiliara.

Sentí miedo al pensar que podían entrar en el Hotel, por eso previamente había bloqueado todos los accesos al edificio con el mobiliario más voluminoso. A pesar de la inquietud, pude relajarme y dormir unas horas. Los infectados parecían estar buscando una dirección concreta a donde ir, y el Hotel no era su destino.

Los primeros rayos de luz me ayudaron a asegurar que en la calle no habría ningún movimiento sospechoso. De nuevo el silencio invadía el día.
Bajé con cuidado a recepción. El variado menaje utilizado para atrancar las puertas exteriores, había sido desplazado unos centímetros. Alguien o algo, había intentado entrar en el Hotel, pero fracasó.

Los cadáveres se encontraban en una fase de putrefacción más avanzada. Tuve que cubrirme parte del rostro con un pañuelo impregnado de colonia para poder seguir avanzando. Decidí descartar la Estación de Atocha, allí no había tenido suerte y debía que seguir buscando en otros lugares. Continúe caminando por Alfonso XII en dirección Puerta de Alcalá, con la esperanza de tener más fortuna. Pero nada, más y más muertos.

 De repente, vi una figura moverse con normalidad muy próximo a una de las majestuosas entradas del gran parque madrileño. Se trataba de un hombre que parecía hacer gestos de invitación. Me aproximé despacio, aún no podía ver con claridad su aspecto. El hombre comenzó a correr de forma descontrolada hacia mí, con los ojos desorbitados y chillando como un animal en la matanza. De perfil se apreciaba que le faltaba la mitad del cráneo y su masa cerebral le colgaba de forma gelatinosa por su cara. Los no infectados habían hecho un mal trabajo.

Corrí con todas mis fuerzas sin darme cuenta que había penetrado en el parque. El miedo y el instinto de supervivencia, me habían conducido al follaje para camuflarme. Estaba tan agarrotada de aquel inesperado encuentro, que tuve que cortarme con un trozo de vidrio para sentir algo fuerte que me devolverá a la realidad.

Ahora no escuchaba sus chillidos. Le había despistado, aunque fuera por unas horas. Caminé con agilidad por el parque hacia Alcalá. Mi objetivo al final del día era buscar refugio antes de que anocheciera. La idea de pernoctar en otro Hotel no me tranquilizaba, demasiado arriesgado. Ya habían intentado entrar y ahora sabrían buscar otro modo.

La estación de metro del Retiro, se encontraba a pocos metros. El suburbano me daba la oportunidad de esconderme entre los recovecos de los túneles en caso de ser localizada, aunque la idea no me resultaba nada atractiva, si daba un paso en falso se podría convertir en una ratonera sin salida.  

Día 4



4 comentarios:

  1. ¡Como mola! Deseando leer el próximo capítulo.

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  2. Al principio del día 3 creí que los zombis no podían salir a la luz del sol, después parece ser que sí.
    Muy bueno lo del mapa. Una idea genial.

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  3. Hay muchos tipos de zombies en este género. El mapa, cutre, jeje es que no soy tan buena como tú haciendo mapas. Algún día me tendrás que enseñar.
    Saludos.

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    1. Tampoco necesitas un mapa como los que hago yo. Este te viene mucho mejor para tu escrito. Has acertado con él. Lo de los mapas que yo hago es como pintar al óleo pero con ordenador. Jeje.

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