Día 3
No
acudí al encuentro de aquellos sonidos, a pesar de haber estado deseosa de hallar
algún superviviente en la Estación de Atocha. Miré con cautela a través de la
ventana y observé algunos cuerpos reptando por el asfalto. Su comportamiento no
era humano. Muchos se quedaban inmóviles cuando se topaban con alguna barrera
arquitectónica como por ejemplo; unas
simples escaleras o una farola. Se quedaban aletargados, mirando al vacío como
si estuvieran esperando a que alguien les auxiliara.
Sentí
miedo al pensar que podían entrar en el Hotel, por eso previamente había
bloqueado todos los accesos al edificio con el mobiliario más voluminoso. A
pesar de la inquietud, pude relajarme y dormir unas horas. Los infectados
parecían estar buscando una dirección concreta a donde ir, y el Hotel no era su
destino.
Los
primeros rayos de luz me ayudaron a asegurar que en la calle no habría ningún
movimiento sospechoso. De nuevo el silencio invadía el día.
Bajé
con cuidado a recepción. El variado menaje utilizado para atrancar las puertas
exteriores, había sido desplazado unos centímetros. Alguien o algo, había
intentado entrar en el Hotel, pero fracasó.
Los
cadáveres se encontraban en una fase de putrefacción más avanzada. Tuve que
cubrirme parte del rostro con un pañuelo impregnado de colonia para poder
seguir avanzando. Decidí descartar la Estación de Atocha, allí no había tenido
suerte y debía que seguir buscando en otros lugares. Continúe caminando por
Alfonso XII en dirección Puerta de Alcalá, con la esperanza de tener más fortuna.
Pero nada, más y más muertos.
De repente, vi una figura moverse con
normalidad muy próximo a una de las majestuosas entradas del gran parque
madrileño. Se trataba de un hombre que parecía hacer gestos de invitación. Me aproximé
despacio, aún no podía ver con claridad su aspecto. El hombre comenzó a correr
de forma descontrolada hacia mí, con los ojos desorbitados y chillando como un
animal en la matanza. De perfil se apreciaba que le faltaba la mitad del cráneo
y su masa cerebral le colgaba de forma gelatinosa por su cara. Los no
infectados habían hecho un mal trabajo.
Corrí
con todas mis fuerzas sin darme cuenta que había penetrado en el parque. El miedo
y el instinto de supervivencia, me habían conducido al follaje para camuflarme.
Estaba tan agarrotada de aquel inesperado encuentro, que tuve que cortarme con
un trozo de vidrio para sentir algo fuerte que me devolverá a la realidad.
Ahora
no escuchaba sus chillidos. Le había despistado, aunque fuera por unas horas. Caminé
con agilidad por el parque hacia Alcalá. Mi objetivo al final del día era
buscar refugio antes de que anocheciera. La idea de pernoctar en otro Hotel no
me tranquilizaba, demasiado arriesgado. Ya habían intentado entrar y ahora
sabrían buscar otro modo.
La
estación de metro del Retiro, se encontraba a pocos metros. El suburbano me
daba la oportunidad de esconderme entre los recovecos de los túneles en caso de
ser localizada, aunque la idea no me resultaba nada atractiva, si daba un paso
en falso se podría convertir en una ratonera sin salida.
¡Como mola! Deseando leer el próximo capítulo.
ResponderEliminarAl principio del día 3 creí que los zombis no podían salir a la luz del sol, después parece ser que sí.
ResponderEliminarMuy bueno lo del mapa. Una idea genial.
Hay muchos tipos de zombies en este género. El mapa, cutre, jeje es que no soy tan buena como tú haciendo mapas. Algún día me tendrás que enseñar.
ResponderEliminarSaludos.
Tampoco necesitas un mapa como los que hago yo. Este te viene mucho mejor para tu escrito. Has acertado con él. Lo de los mapas que yo hago es como pintar al óleo pero con ordenador. Jeje.
Eliminar